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Mostrando entradas de febrero, 2020

El empotrador

Esta va dedicada a mí psicóloga, que dice que le gusta más cuando escribo guarradas fracasadas: Tras el divorcio primaba en ella la necesidad de sentirse deseada por alguien que, rápidamente, chocó con la realidad de la naturaleza humana: torpe e imprefecta, desordenada, imprevisible. De nadie podía esperar que encajase como un guante en el patrón masculino que había creado y que, le dolía reconocerlo, se parecía a su ex marido en demasiadas cosas. El que no le parecía alto, le parecía bajo. Un chico encantador dejaba de serlo cuando ponía un vaso húmedo sobre la mesa sin posa vasos. El otro dejaba los calzoncillos en el suelo. Aquel atractivo y varonil tenía pelos en las orejas y el otro voz de pito. La encantadora sonrisa tenía los dientes oscuros y el que bebía sus pasos fumaba. Nadie llegaba a cumplir sus espectativas imposibles. Se enfrentó a la realidad de que ella misma se había sentido cómoda con la casi perfección del hombre: limpio, ordenado, simétrico, atlético, de voz templ

ansiedad por separación

El móvil sonó temprano por la mañana con un trino de pájaros que hizo que Lula no tuviese claro si estaba soñando o no. Unos segundos antes se había encontrado corriendo entre la hierba alta, persiguiendo ratones blancos que sabían a lasaña cuando los atrapaba entre los dientes y el sonido de los pájaros se fundió con su fantasía. Levantó la cabeza de la colcha de Lola, justo en el hueco que quedaba tras sus rodillas en posición fetal. Le costaba abrir los ojos legañosos y saltones y tenía la lengua reseca e inflamada porque se había dormido con ella asomando entre los belfos, por la izquierda de su hocico. Los 2 mechones de su cabeza los tenía de punta como un pequeño troll de juguete. Así la vio Lola cuando encendió la luz para levantarse. Eran las 6 y media de la mañana. ¡Madre mía, Lula! ¡Eres feísima! Y de nuevo, Lula pensó que era la mujer más hermosa que había visto nunca aunque, teniendo en cuenta que solamente recordaba 3 mujeres en su vida, dos de ellas las últimas 48 horas,

Cuaderno de bitácora.

Cuaderno de bitácora del capitán James Fart Año 2354. 25 de abril Hemos encontrado una nave vagando sin rumbo por el espacio intergaláctico. La hemos identificado como la Atlantis 25, que según la base de datos salió de la Tierra hace 1 mes y no ha respondido a las indicaciones de la terminal desde hace 3 días terrestres. Hemos intentado, sin éxito, comunicarnos con ella. Mañana realizaremos acoplamiento para abordar la nave. Año 2354.  26 de abril. Hemos entrado en la nave y el espectáculo era dantesco. Cuerpos inertes flotando por toda la nave. No hay signos de violencia, no hay ninguna causa lógica para estas muertes salvo una terrible realidad. La comprendimos, por suerte, antes de abrir los trajes espaciales. Todo quedó claro. Solamente hubo que atar cabos. El cuerpo del capitán estaba en su dormitorio. Bajo él, escrito  con un punzón en su mesa de trabajo, la sentencia terrible: EL QUE LO HUELE, DEBAJO LO TIENE Esto, unido a los restos de alcachofas