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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Veintitrés escalones.

 Veintitrés escalones formaban los barrotes de su prisión. De mármol desgastado por cincuenta años de historia que se habían llevado su antiguo brillo. Nada le hizo pensar cuando llegó allí con esposa, hija, miedos y esperanza, que aquellos veintitrés peldaños estrecharían poco a poco su mundo.  Los había subido y bajado miles de veces. Había escuchado a los niños correr por ellos y a las madres advertir desde los pisos altos, a gritos, del riesgo de caerse y de las consecuencias terribles que llegarían de sus propias manos si se caían. Incluso había organizado una derrama en sus años de presidente de la comunidad para pulir y barnizar la antigua y señorial barandilla de madera. Sus jornadas de trabajo habían empezado y acabado en aquella escalera demasiadas veces.  Pero como el mármol, él se hizo cada vez más viejo, cada vez más desgastado. Y los escalones cada día le parecían más empinados. A él le faltaba el aire y a la mujer que compartía su vida desde que era apenas un hombre las